domingo, 17 de marzo de 2013



Solaris (2002) es una película dirigida por Steven Sodebergh que nos cuenta los extraños acontecimientos que suceden en una base espacial encargada de investigar un planeta con este mismo nombre. Cuando el doctor Chris Kelvin (George Clooney) recibe una llamada de uno de los tripulantes decide viajar allí para ver qué es lo que está ocurriendo. Al llegar a la base se da cuenta de que algo extraño ocurre, ya que los dos únicos supervivientes que quedan parecen haber enloquecido. Sus sospechas se confirman en el momento en que aparece en su habitación su esposa (Natascha McElhone), fallecida anteriormente. De esta forma, descubrirá que este extraño planeta es capaz de crear seres humanos a través de los recuerdos de los tripulantes con el objetivo de estudiar a los mismos, los visitantes.


En el caso de Solaris encontramos varios elementos de inteligencia artificial como pueden ser el interfaz de voz que usa uno de los tripulantes o la propia nave. Sin embargo, en este film encontramos un tipo de inteligencia artificial más desarrollada: los visitantes. Se trata de copias exactas de los seres humanos formadas a partir de partículas subatómicas (únicamente los neutrinos) pero que tienen la capacidad de regenerarse, por lo que no pueden morir.  A cada uno de los tripulantes los “visita” un ser amado, un hijo, una esposa fallecida, etc., ya que el planeta usa sus recuerdos más fuertes. Este visitante no puede alejarse más de una determinada distancia del ser humano a partir del cual ha sido creado. Además, generan nuevos recuerdos y recopilan información desde el momento en el que son creados y se comportan del mismo modo que el ser humano al que imitan, lo que genera cierta confusión en los tripulantes, que en algunos casos lleva al suicidio.









Esta película destaca principalmente porque el ser humano no es quien estudia, sino que es el objeto de estudio. Desde el punto de vista ético, cabría plantearse la cuestión de si, como dice Gordon, matar a estos seres no sería asesinato ya que no son seres humanos. No sabemos si estos seres son peligrosos y qué es lo que podrían llegar a ocasionar, o si podrían, en algún momento, vivir en la Tierra. Sin embargo, los visitantes no son conscientes de su condición y, como hemos mencionado anteriormente, tienen sentimientos y recuerdos, del mismo modo que los humanos.

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